Ilusionas mi corazón (Alba Rico) de "Cállame con un beso" de Blue Jeans

22 de noviembre de 2011


Un truco del destino...

Ella ve en él un amigo, un amante que le hace volar...

Ilusionas mi corazóon...Nunca pensé que pudiera amar así, como te amo a ti mi amor, como te quiero a ti, jamás...

En esta historia de dos....Tú eres mi cielo, mi sol, tú eres mi luna, mi mar....mi mar....mi maaaaaar...

(LIBRO "CÁLLAME CON UN BESO" DE BLUE JEANS) ya en las librerías. =)

                                                  @geli_sh

¡¡Feliz día gotitas!! ;)

Pd: espero poner pronto un capítulo! ¡Prometido!

La vez que me dijiste "Me encantas..." (III)

13 de noviembre de 2011

NOTA: Tengo que pedir disculpas, por qué en el anterior capítulo lo escribí a través de la persona de Naira, en cambio, en el primer capítulo lo hice por un narrador externo. Seguiré con el narrador externo y espero que este error no lo vuelva a cometer. Gracias a los que lo vieron (aunque yo también me di cuenta) y me dieron su opinión. Un saludo.



Llevaban ya un rato dando una vuelta por el parque. Era bastante grande, así que íban por los atajos que Unai conocía. Él y su hermano iban casi todas las tardes a jugar allí cuando eran pequeños y era eso y alguna cosa más lo poco que él le había contado de su infancia a Naiara. Pero lo que le parecía más raro a la chica del pelo chocolate era que no le había dado ningún motivo por el cual evitaba casi exclusivamente pisar ese lugar.

Un día hablando sobre los sitios que frecuentaban le dijo que solo cruzaba ese parque en contadas ocasiones y sobre todo si era obligatorio en su itinerario pasar por allí. Cuando llegó a esa parte de la historia su cara cambio, de tal manera que sus ojos no eran esas perlas alegres que lanzaban destellos de felicidad, sino dos tristes luces que apagaban su mirada. Naiara no quiso insistir, tampoco era importante saberlo en ese momento, si él no lo quería contar sería cuando estuviera seguro de ello y tuviesen más confianza.
Volviendo de la mente de Naiara, se da cuenta de que ya están a medio camino de la salida, cuando de repente no ve una piedrecita en el camino y…
-¡Ayyyyyyy!-. Se acaba de torcer el tobillo derecho por no mirar.

-¡Ey! ¿Qué te ha pasado pequeña?, déjame ver anda-. Y se acerca a ella para examinarla el tobillo.

- Tranquilo, no es nada, solo que me he torcido el pie y ha sido el movimiento, pero puedo caminar, no te preocupes-.

- Claro que me preocupo, puede ser más que una leve torcedura, puede que te hayas hecho un esguince. Y no precisamente leve, que con lo frágil que eres tú…-.

- ¿Tengo que tomármelo como un piropo?-. Le mira enojada, porque, aunque sea débil a los movimientos bruscos, no le gusta que se lo recuerden, pero de repente cambia la cara, porque sabe que no lo ha dicho a mal. Ya que se preocupa por ella, por lo menos agradecérselo.

-Tómatelo como quieras, sabes de sobra que me preocupo por ti porque desde que te conocí hemos conectado muy bien y te he cogido mucho cariño-. Le miraba como si se sintiera culpable por haberla herido.

Se puso a andar para ver si era grave y en efecto, tenía la zona del tobillo que cada vez parecía más hinchada y le dolía muchísimo. Nada, que no podría andar por su propio pie esa noche.

-Creo que al final llevas razón, es grave y me duele muchísimo. Discúlpame si me he pasado con eso de tomármelo como un piropo. Tú intentando preocuparte por mí y yo echándote la bronca por nada. Perdona, enserio…no era mi intención-. Le había afectado demasiado que se sintiera culpable por eso y se le saltan dos lágrimas.

Sin darse cuenta se ha puesto a llorar. Le afecta mucho cómo esté Unai por ella.

Se acerca y le limpia las dos lágrimas con sus dos manos y le mira fijamente a los ojos.

-No llores pequeña, que me duele verte así. Además aquí me tienes para llevarte a casa, aunque sea a caballito-.

-Te voy a doblar la espalda como me cojas así ¿eh?-. Le mira entre lágrimas de risa y con la nariz ya roja de tanto llorar.

-Jajaja, soy fuerte ¿lo ves?-. Y le coge en volandas para que vea que puede con ella.

-Vale vale, ¡¡te creo!!-.

Y riéndose están así 5 minutos y algo más. Por un segundo Naiara piensa que se iban a besar, ella tenía tantas ganas, pero no quería romper la magia de ese momento.

Pasado ese tiempo que para los dos ha sido eterno y no querrían que terminase nunca, Unai toma la palabra.

-Lo primero que tenemos que hacer es llevarte a Urgencias para que te vean el pie y después te acompañaré a casa si no quieres llamar a tus padres ¿de acuerdo?-.

-Me parece buena idea. Pensaré por el camino si debería de llamarles, aunque tampoco lo veo tan grave-.

-Como quieras pequeña, lo que hagas lo respetaré. Pero deberíamos seguir, yo te llevaré en brazos, que el hospital está cerca de aquí, así que no será ningún esfuerzo-. Le miraba con esa cara de chico responsable.

-Venga, vámonos-.

Y como si fuese una situación más cómica y poco propia después de que la chica hubiese sufrido un pequeño percance, se dirigen al Hospital más cercano. Unai empieza a caminar con ella en brazos, mientras la chica dejaba su mirada en el lugar donde habían estado a punto de besarse, donde por unos instantes habían estado abrazados riéndose como dos chiquillos.

En ese mismo instante, en la cabeza de Unai ocurría algo parecido. No sabía qué pensar, había tenido los labios de esa preciosa chica a escasos centímetros de los suyos y aun así no había sido capaz de besarla. ¿Por qué? Él sabía la respuesta. Y es que no quería hacerse ilusiones con una chica a la que apenas conocía de hacía dos meses y que nos sabía si sentía lo mismo por él. Le afectaría demasiado que por culpa de sus locuras sentimentales perdiese la amistad de Nai, no se lo perdonaría nunca.

Dentro de la cabeza de Naiara se estaban formulando las mismas preguntas y respuestas. No sabía cómo podía haber acabado la situación si ella le hubiese besado. No habían hablado casi nada de sus antiguos amores y no sabía nada de si a él le gustaba alguna chica, así que no quería arriesgarse por ahora a contarle sus sentimientos, quería seguir teniéndolo como un gran apoyo para ella, que era lo que era en esos momentos de su vida.

Cuando llegasen al hospital les iba a ocurrir algo que no tenían pensado. Empezarán a pensar cómo actuar, tanto el uno como el otro deberán tomar decisiones muy importantes para ellos. 



                                                                                                           Continuará…

La vez que me dijiste "Me encantas..." (II)

2 de noviembre de 2011
Cuando me fui acercando entre vi en su mirada algo de preocupación y tristeza. Llegué hasta nuestros habituales asientos donde él estaba esperándome con su mejor sonrisa, como siempre hacía. Esas preocupaciones que antes había intuido se habían desvanecido en el aire como motitas de polvo diminutas.

- ¡Hola chico moreno!-. 
-¡Hola chica risueña! ¿Qué tal ha ido la tarde en tu querida y amargada universidad? jajaja-. 
-No ha estado mal, pero estoy demasiado agotada, este año se están pasando conmigo...¡Y yo no puedo con todo! Me agobio demasiado...-.
- Anda ven y echa la cabeza encima de mi hombro. Cierra los ojos y no pienses en nada por unos instantes. Que así te relajarás-.

Me cogió la cara entre sus manos y apoyó mi cabeza sobre su hombro izquierdo, mientras yo estupefacta me dejaba llevar sin más. 

-Espera, que me estoy clavando tu brazo en la espalda jajaja-.

Y como si tuviésemos toda la confianza del mundo, paso su brazo por mis hombros y me arrecosté sobre hombro, aunque había a veces que me apoyaba sobre su pecho. 

- Así te encuentras mejor ¿verdad pequeña?-.
- Gracias. Gracias por ser tan cariñoso y comprensible conmigo, casi sin conocernos-.
- Nos conocemos Nai, solo hay que seguir cada paso que damos en la vida-.
- Que filosófico que estás hoy ¿no?-.
- Jajaja, será porque tú me haces serlo pequeña-.

Me encantaba cuando me llamaba pequeña, porque para mí significaba que era "su pequeña". 

Y así, apoyada en él, con su brazo sobre mis hombros, mi cabeza sobre su pecho y una conversación muy graciosa se nos pasó el trayecto de esa hora y media que tardábamos en llegar a casa. 

Tan distraídos ibamos que cuando nos quisimos dar cuenta nos habíamos pasado nuestra parado y nos bajamos dos paradas más adelante. 

- ¡Ha sido tu culpa pequeña! Me has hipnotizado tanto con tus historias universitarias que no me he dado cuenta de mirar por la ventana-. Sabía que me lo decía en broma, gracias a esa pícara sonrisa que le salía de  esos perfectos labios.
- Jajaja ¡habló el filósofo!-.
- ¿Qué graciosa estás hoy no?-.
- Si, tu compañía me alegra. Ya lo sabes...-.
- Venga, andemos que sino no valdrá la pena llegar a casa para dormir-.

Y empezamos a caminar hacía donde habíamos venido para llegar a casa. Para mi si que valdría la pena no llegar a casa para dormir si me pasase toda la noche a su lado, aunque fuese solo dando un paseo. 

Al poco de estar caminando, nos metimos por un parque para atajar el camino, ya que con el invierno las temperaturas habían bajado mucho y aunque a ninguno nos desagradaba el frío, pero ya empezaba a refrescar más de la cuenta. 

Me encantaba ese parque, era tan bonito de noche, con sus faroles en forma de figuras, sus fuentes de colores, los senderos llenos de árboles que tiraban sus hojas marrones como una lluvia. 


Continuará...

Todo lo que escribo aQuí.